Esta semana os traemos un monográfico sobre energía democratizada y sostenible. Nos acompañan en el estudio Emilio Menéndez, de la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético, Paca Blanco, de la Alianza contra la Pobreza Energética y Estanislao Cantos, activista del área de energía de Ecologistas en Acción.
Hace ya tiempo que teníamos ganas de hablar de la energía. Así, en general, de la energía. Que es más o menos lo mismo que hablar de prácticamente todo lo que ocurre a nuestro alrededor. Porque este tema es complejo y muy amplio. La energía, y la problemática que la rodea, tiene muchas dimensiones y todas ellas están muy estrechamente relacionadas.
Haciendo un análisis muy por encima que nos ayude a situarnos, por una parte está la cuestión de la geopolítica, que incluye todas las políticas exteriores de los estados orientadas a satisfacer sus demandas insostenibles de energía para mantener el crecimiento de sus economías. Y también la política de bloques internacionales y sus constantes fricciones entre ellos para obtener ventajas competitivas unos sobre otros. Que si la Unión Europea por aquí, que si Estados Unidos por allá, China donde sea, Rusia para qué hablar, los países emergentes a ver por donde, los productores de petróleo con lo suyo, las tensiones en el Magreb y nuestras “alianzas” comerciales y ahora también políticas… y enmedio de toda esta escena cuchillos volando por todas partes, caras de póker y lo que podríamos llamar… “fidelidades volátiles”.
No para la cosa ahí, una de las principales derivadas de estas tensiones geopolíticas es la pérdida de autonomía del estado español para regular el comercio de energía, acompañada de los efectos del proceso de liberalización de las compañías energéticas que se inició en 1997 bajo el gobierno de Aznar y que asentó en España un modelo que considera la energía un bien de consumo y no un recurso imprescindible para la personas.
Y todo esto que estamos analizando desde una perspectiva política internacional, con el tema de la geopolítica, y nacional, con el tema de la liberalización de las energías, cae como una losa en el día a día de las personas. En la cotidianeidad se traduce en incrementos progresivos de la factura eléctrica, el gas, los combustibles y toda la cesta de la compra. Una situación que en los informativos se retrata como “unos puntos más de inflación” pero que en la práctica son mucho más que números: son muchas personas expulsadas de los recursos más básicos y empujadas hacia la pobreza energética. ¿Cómo podemos organizar la resistencia en este tema?
Seguimos para bingo. Estamos hablando de un sistema que por el camino deja un rastro de destrucción ambiental provocado por un sistema absolutamente insostenible tanto por el volumen de energía que se produce como por la forma en la que se está produciendo.
Hoy intentamos casar todos estos elementos geopolíticos, económicos, sociales y ambientales para comprender qué pasa en el juego de la energía, en qué punto quedan las personas y pensar un modelo energético democratizado y sostenible. Casi nada.
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